En el Fallo del Concurso José María Sánchez, 2012, el Jurado se refiere a esta obra en los siguientes términos:
"... el jurado ... decide de forma unánime otorgar el premio único a la obra MIRADA DE MAR presentada bajo el pseudónimo SUSAN ABIGAIL TOMALING (*) por demostrar sensibilidad y erudición en las artes (música, literatura, pintura); además su prosa tiene muchos elementos poéticos y parece pintar paisajes con palabras."
- Edilberto González Trejos - Maritza López Lasso - David C. Róbinson O.-
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Aurora y su maletín
- ¡TE quedarás solo, como un perro! ¡no me verás nunca más! ¡Recuerda lo que te digo, desgraciado! - sentenciaba con lágrimas en los ojos una Aurora desencajada, totalmente fuera de sí, y a quien más que nadie, esa tarde, le dolía el corazón. Con una voz gruesa, pero muy sentida, y con la ira a flor de piel, le tiraba la ropa y algunos enseres por la ventana del apartamento que tantas veces fue su refugio, su paraíso de amor. Las vecinas de manera muy disimulada asomaban para no perderse lo que parecía ser una inusual batalla de sexos en ese edificio, habitado por personas muy sobrias.
Por su lado, Giacomo del Piero, hombre de contextura fuerte y brazos velludos, no prestaba mayor importancia al incidente. Simplemente, con gran sonrisa, se peinaba mientras esperaba el ascensor, para finalmente encender su lujoso auto europeo y marcharse con el chirrido de llantas que lo caracterizaba. Ese sitio neutral ya no sería lo mismo sin él. El italiano lo sabía, así como sabia también que no volvería allí nunca.
Con gran esfuerzo, Aurora había invertido buena parte de sus ahorros en mejorarlo y adaptarlo al tosco del italiano. Una vieja mesa de caoba, un simple librero cromado con escasas obras, pero todas escogidas por el exótico milanes: El Decamerón, novelas de Henry Miller, El Kamasutra en su versión ilustrada de Richard Burton, El Arte de amar de Ovidio, la recopilación moderna de los Papiros de Turín, el guión de El Satiricón de Federico Fellini, los Cuentos de Canterbury, el Marqués de Sade, Nabokov, Anaïs Nin, y una completa serie del año 90 de la revista Playboy, eran su biblioteca de seducción, sexo y arte.
La habitación de ambos estaba decorada con mesura. En eso Aurora no transigió. Una cortina de fina tela separaba dos mundos: su amplia cama de agua y el bullicio de la calle 50. Ese penthouse tenía una larga escalera que conducía a un ático hermoso, desde donde en noches de luna llena, ambos cuerpos amanecían mostrando sus formas al cielo tropical y al rocío.
Aurora está apenada y espera la noche para irse. No quiere que lo viesen llorando. No quiere la vergüenza ni el asombro en los rostros de sus vecinos y del conserje. Cuando esté listo para salir, llama a su esposa explicando su demora.
- Sí, mi amor, mucho trabajo ayer y hoy. Nos vemos. Te amo.
Uriel cuelga. Aún se nota que ha llorado. Le apena tener que engañar a su esposa y fingir una vez mas. Se le queda su maletín ejecutivo en el ático. Ya se ha transformado de una Aurora apasionada en un serio Gerente de inversiones, con su saco y corbata como uniforme. Pero, se siente mal. Suda copiosamente. La escalera le parece una montaña. Sube los peldaños con el esfuerzo sofocante de un antiguo tren que muere. Se toma de la madera como quien se ahoga y encuentra un tronco en su camino. Sigue sudando. Con esfuerzos alcanza el octavo peldaño. Pero, resbala y cae.
Rueda. gira sobre sí, como un árbol herido de muerte. Gira y gira varias veces. Sus brazos se mueven como aspas desordenadas. Llega a la base de la escalera y se golpea fuertemente. Se sacude con estertores de horror. Tras segundos extensos, los temblores van cesando. Su respiración de fuelle se apaga con un lento resoplido de viento cansado. Uriel Rodríguez, con el corazón quebrado por el amor, cesa sus aleteos de gallina moribunda. La cortina se eleva con una ligera brisa. El silencio con su cortejo de sombras se va asentando sobre la mesa de caoba, sobre el librero cromado, sobre el cuerpo inmóvil. El maletín solitario queda en el ático y la jornada de trabajo de Uriel se extiende por siempre.
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Tomado de "Mirada de mar", Gonzalo Menéndez González, Editorial Tecnológica, UTP, Panamá, 2013