"Sacó algunas castañas de las brasas, les quitó la cáscara. Entechocamos los vasos. Durante largo rato permanecimos allí, bebiendo y masticando, sin prisa, como dos grandes conejos, mientras oíamos a la distancia los bramidos del mar. Permanecimos silenciosos junto al brasero hasta muy entrada la noche. Comprendía yo nuevamente qué sencilla y frugal es la felicidad: un vaso de vino, una castaña, un mísero braserillo, el rumor del mar. Nada más."
Palabras de Nikos Katzantzakis, Alexis Zorba, el griego.