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Sobre dos poemas de Mónica Miguel Franco

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De Mónica Miguel Franco (León, España, 1971), transcribo dos poemas, el primero de su libro De la piel del diablo (Editorial Fuga, Panamá, 2011) y el segundo de su libro 20 Poemas de amor y una canción alcoholizada (Nonia Editores, Panamá, 2014).

En La Dama Blanca, hallo una conexión de la autora con Robert Graves, un trasfondo pagano, celta, de nieblas, hundido en los siglos, mientras que en Cordis hallo la conexión con Elias Canetti, cuando escribe, enLa provincia del hombre, lo siguiente:

Corazones como cálices en los cuales la gente bebe. Uno se los puede sacar del pecho y darlos a los otros para que beban. Uno puede darle a otro su corazón como prenda; en este caso, coge su corazón y lo mete en el pecho del otro. El que ama anda por el mundo con el corazón de otro. El que muere se lleva el corazón de otro a la tumba y su propio corazón sigue viviendo en él.

--- 
LA DAMA BLANCA

En tu montaña soy el hada
que te enreda y te pierde
soy la que te hiere y te asusta...
la Niña Blanca, la Santa Muerte...
danzas conmigo en eterno son
de besos no dados y promesas
Soy yo, ¿me ves? morirás en mis brazos...y
morirás alegre


.::
CORDIS

Quiero un corazón para llevar. 
Lo quiero grande. Donde quepan mis caprichos y mis rarezas.
Mimosa, excéntrica y temperamental.
Latirá en mis risas y mis llantos.
Ronroneará en mis silencios y mis arrebatos. 
Lo quiero aún caliente,
para acercar a él mis manos siempre heladas
y poder sentir el vaho húmedo que desprende.
En tu pecho no late, pero latirá por mí.
Golpeará sin pausa, al ritmo de mis gemidos y mis susurros.
Será el diapasón que marque el ritmo de mis mareas.
Seré su norte y su este.
Escucharé su llamada a puerto seguro.
Marcará el baile y me hará danzar.
Quiero un corazón para morderlo. Para saborearlo
y esconderme en él. Jugaré al escondite en sus recovecos,
los ventrículos serán mi lecho y las aurículas harán eco
a mi llanto.
A salvo en sus remansos, sus dolores serán para mí apenas
pavesas que haré volar al soplo de mi aliento y sangre nueva
lo llenará, y me deslizaré en un tobogán resbaladizo carmesí,
brillante y blando.
Quiero un corazón viejo. Lo quiero con cicatrices.
Quiero pasar la lengua por ellas, lamer su dolor y sus aristas.
No quiero nada tierno.
Quiero la dureza del que ha latido contra el viento
y ha sobrevivido.
Quiero un corazón antiguo.
Quiero oír en sus compases cuentos de penas y dolor.
Quiero sentirlo latir contra mi mano.
En mi puño recuperará el paso y la calma.
Lo usaré de almohada y despertaré oliendo el óxido
de la sangre en mis labios.
Dame tu corazón, lo quiero para mí.
Entrégamelo para usarlo como una pastilla de jabón,
resbaladiza y húmeda,
que borre con sus manchas las imágenes que no deseo
tener en mi alma.
Dame tu corazón.
Mío es, tuyo no.

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Fotografía, cortesía de la autora

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