Mientras te escucho,
el reflejo de una vela
tiembla en el espejo
como una llama trenzada
en agua.
Esta voz, también, ¿no es el eco
de otra, más real?
¿ Va él a escucharla, él que se debate
entre las manos siempre demasiado lentas
del verdugo?
¿La oiré yo?
Si alguna vez hablan por encima de nosotros
entre los árboles constelados de su abril.
Versión de Rafael-José Díaz
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Aparta esta luz que nunca tiene ojos
como una cortina y entra,
acércate, tú que miras y hablas,
más penetrante que el viento de otoño,
más tierna que toda su lana y toda su leche.
Versión de Rafael-José Díaz
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La lechuza
La noche es una gran ciudad dormida
donde sopla el viento... Llegó de lejos hasta
el asilo de este lecho. Es junio, y medianoche.
Tú duermes, me han llevado a estos bordes infinitos,
el viento mueve el avellano. Esta llamada
se acerca y se retira, diríamos que es
un destello huyendo entre los bosques, o bien
las sombras que giran, se dice, en los infiernos.
(De esta llamada, cuántas cosas podría decir
en la noche de estío, y de tus ojos...) Pero no es
sino la lechuza, ese pájaro, llamándonos desde el fondo
de estos bosques de suburbio. Y ya nuestro olor
es el de la podredumbre al alba,
ya bajo nuestra cálida piel apunta el hueso,
mientras se apagan los astros en todas las esquinas.
De "La lechuza y otros poemas" 1953
Versión de Rafael-José Díaz
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El ignorante
A medida que envejezco, crezco en ignorancia;
a medida que más vivo, menos poseo y menos reino.
Un espacio a veces de nieve o a veces brillante,
mas nunca habitado, es todo lo que tengo.
¿Dónde se halla el que lo legó, el guía, el guardián?
Permanezco en mi habitación y al principio callo
[silencio doméstico, instalador de un poco de orden]
escuchando las mentiras que se alejan una a una:
¿qué queda de todo eso?¿qué le impide al moribundo
dejarse llevar por la buena muerte? ¿Qué fuerza
le hace hablar aún entre sus cuatro paredes?
Yo el ignorante, el inquieto, ¿llegaré a saberlo?
Pero ya sé realmente quién es el que habla,
y su palabra penetra con el día, aunque algo vaga:
“Como el fuego, el amor sólo establece su claridad
sobre el error y la belleza de los leños en ceniza…”
Versión de Jorge Nájar