De "Edad de la Palabra" (2011)
IV
Herido de viday letras
concluyo...
que para reiniciar
saldré mañana lunes
a estremecer
de una vez por todas
el árbol de la poesía.
Voltearlo
y sacudirle para ver
donde caen las voces
que aún reclaman.
De lograrlo,
las enlistaría
junto a mis desórdenes mentales.
Y allí,
donde me reinvento cada mañana
para que no se haga tarde
la tarde,
invocaré las guitarras
que acompañen
el compás de tus pasos.
Que de paso,
aunque no tengamos la mejor ocasión
visitaremos el lugar
que nunca tuvimos el valor
de valorar si existía.
Y si es necesario
remontar el ayer
y cruzar los ríos en plena crecida
o dar la vuelta al sol
para escuchar
a quienes se les olvidó
lo que tenían que decir,
al instante
facturaremos esos momentos.
Como comprenderás,
no se tendrá el tiempo
ni el dinero
para despedirnos de los poetas conocidos;
por ello,
qué tal si los llevamos de ida
y todo indica
que algún día también de vuelta.
Sí,
a quienes nos acompañen,
debo confesarles
que esta búsqueda
que por demás es una ventura
tiende a encerrar sus riesgos;
sin embargo,
no se preocupen
aún mientras vivamos
somos inmortales.
Inmortales al soñar,
soñar para hacer algo
y ser alguien,
alguien para despertar la realidad,
la realidad más allá
del amanecer de lo real.
En la mitad de estas
y otras imperfectas retahílas,
disculpen
si a veces alcé la voz
o no guardé
la mejor de las posturas.
Pero es que estoy,
literal y cósmicamente convencido
que soy feliz.
Sobre todo,
cuando sueño por convencerme
que ellos
y ustedes existen,
que yo contigo
estoy aquí
o estuve.
Eternamente inconcluso.
Pero imaginando,
siempre alucinando
como ponerle fecha de cumpleaños
a la edad
de mis palabras.
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Tomado de Palabras, Martín Testa Garibaldo, agosto 2013, Ediciones Pauluna, Panamá
Foto - Cortesía del autor