15. 23 de junio
Quise escribir el juicio de dios como proceso, pero a su modo una imagen es un proceso desfasado, una suma de snapshots. ¿Será? ¿Importa el juicio o la sentencia? Qué hueva pensar el poema como la condena, esa retórica romántica, y vaya que tengo cuero romántico. Como fuere, no fuimos lo suficientemente lejos en el juicio. Este libro está en el lugar que dejó vacante el juicio. Eso o no sé leerme, No: no lo he logrado en este libro, pero está bien. Hay que equivocarse con alguna gracia. Aunque sea.
Por otro lado, tengo muy cerca El proceso. Querría haberlo leído en este proceso ordálico para captar una imagen, algo; pero ese libro debe comenzar a leerse la segunda semana de agosto, y apenas junio terminará la que viene. ¿Lo hago de cualquier modo? ¿Tendrá sentido si lo leo fuera de agosto? Juicio como proceso: ya estoy buscando una ley. El problema de buscar una ley que no existe es que se empieza acatándola y luego formulándola: la medida del acatamiento es la medida de la ley, su formulación qué. En ese sentido toda investigación es áutica: se descubre la capacidad de uno mismo para formular el mundo en términos más o menos manejables. Gnoti se auton, y le agarro una teta a Diotima.
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17.
Creamos el crimen para dar sentido a la ley; si no opera una transgresión, es decir, un llevar la ley a su punto de entropía, la ley se revelaría falsa. La farsa de la ley es que se comprueba únicamente mediante la transgresión; luego entonces, el Edén.
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Ordalía, Javier Raya. Primera Edición en México, Septiembre 2011. Colección Limón Partido, Proyecto Literal