VII
Mi memoria cabe en una pequeña caja
con tres polluelos que agonizan y un poco de maíz;
el fuego, el humo, la salvación.
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XVI
La ineludible angustia de saberse,
la nostalgia de sentirse,
de encontrarse,
de ver su sombra,
la imagen mustia en el espejo.
El alto precio de saberse,
todo este estar,
este ser,
este aquí y ahora,
toda esta carne es un castigo,
este pesar con sus alas de cuervo,
presencias inquietantes poblando la noche,
invitación a la locura.
Me cubren los mantos del agua más turbia,
del agua que corre hacia la ausencia.
El perro ladra y el ladrido se pierde,
el ave canta y su canto se pierde,
la flor florece y sus pétalos caen, se pierden,
y yo me sé, me nombro
y no me pierdo.
Qué triste es encontrarme cada día,
y saberme ahí,
habitado por mí tantas veces,
harto de mí,
preñado de mí,
lleno de todos los que soy.
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XXXII
Soy lo que duele y lo que sangra.
la herida misma.
No, la misma herida
de un cuerpo que es de otro.
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Jaiko Jiménez Caín. Dos edades en la biografía de un hombre común. 2017, El duende gramático, Panamá.