Árbol, serpiente y trueno.
Árbol, serpiente y trueno, tres seres que vienen del silencio. Del silencio de la semilla en el vientre de la tierra, surge el árbol; del silencio del huevo y la caverna, viene la serpiente; del silencio de los cielos, viene el trueno.
Del silencio, del corazón de la tierra surge este poemario, de las memorias, sueños y viajes físicos y espirituales de su autora.
Existe un temor popular a los árboles, a las serpientes y al trueno y es así como he escuchado decir a varias personas “en mi terreno no quiero árboles, porque atraen serpientes y truenos”. Acaso no será todo lo contrario.
Ese mismo temor es el que le tenemos al silencio, a estar con nosotros mismos, a las noches oscuras y a la soledad.
Miedo de encarar el origen, de la llegada y de la partida: este poemario encara el origen, la llegada y la partida. Así, la autora abre este viaje con el Logos, la voz creadora:
La voz
abre el misterio y me deja
pasar al otro lado.
(página 10)
No sabemos bien qué hay del otro lado, pero hemos pasado a éste. Ante nosotros el abismo, la caída, la involución, lo que llamó Blake su añoranza del Paraíso perdido. Esto sería muy desesperanzador sin el conocimiento poético. La poeta narra la caída:
11
caigo
como una piedra
caigo
salta el verbo
y cae
como yo
conmigo
(página 14)
Es en este punto de la lectura que la autora nos da la clave, “del otro lado” del que venimos es el Nirguna Brahman, del cual “nirguna cosa” puede decirse, acaso sólo la poesía:
En el cántaro negro
la crisálida sueña
(página 16)
En el Universo no manifiesto, todo embrión, es un sueñor o un recuerdo, recordando que es Luz, como dice en la página 23 del propio libro.
El alma perdida empieza a despertar, lentamente toma conciencia de ser aprendiz de brujo que tiene que vivir de acuerdo a las leyes del plano tridimensional, en tanto no se vuelva un brujo en condiciones, así dice:
Quiero tirar el ancla,
someterme al juicio grave
de la tierra.
(página 27)
Punto de conversión.
El aprendiz es el fuego contenido en el canto del pájaro azul, allí el punto de conversión, donde acaba la involución y empieza la evolución.
Por eso vengo del silencio.
Atravesé conciencias
crucé volando el mar de los sentidos
tuve que confrontar al ángel de la espada
al libro de la amargura.
(página 41)
Desde el fondo de las cosas, el deseo de nombrarlas. Pero para nombrar las cosas, hay que tener el valor de ir al fondo de las mismas, asomarse, encararlas. Ser testigos de la palabra y la cosa. Llegar al fondo de la palabra. Sólo así se revelará LA PALABRA.
Las Diosas
El Universo es femenino, es la matriz que nos contiene y nos gesta. La autora lo sabe y en su poemario se debate entre:
· La diosa estéril: estéril, pero partera, guerrera, protectora, como Hécate, Perséfone, Diana o Artemisa. (página 61)
· La Virgen de las visiones: Esa que vio Thomas De Quincey en sus sueños, Lévana (página 63), y de la que decía “A menudo he visto en sueños a Levana. Pero ¿quién es Levana? Era la diosa romana que presidía las primeras horas del niño, que le confería la dignidad humana. En el momento de nacer, cuando el niño probaba por vez primera la revuelta atmósfera de nuestro planeta, poníanle en tierra. Pero casi en seguida, por miedo de que una criatura se arrastrase por el suelo más de un instante, el padre, como mandatario de la diosa Levana, o algún próximo pariente como mandatario del padre, le levantaba al aire, le mandaba que mirase hacia arriba como rey de este mundo y presentaba la frente del niño a las estrellas, diciendo dentro de su corazón: ¡Contemplad lo que es más grande que vosotras! Este acto simbólico representaba la función de Levana. Y esta diosa misteriosa, que nunca se ha descubierto (excepto delante de mí, en mis ensueños) y que siempre obró por delegación, toma su nombre del verbo latino levare, levantar al aire, tener en alto.”
· La madre: en este caso la madre consumidora, Kali, quien sabe que hay que sembrar, pero que también hay que cosechar el trigo cuando está maduro, y los hijos y las naciones (página 84).
La realización
La palabra sólo al llegar al fondo adquiere sentido y es cuando LA VOZ, rescata el nombre secreto, lleno de significado y lenguaje.
Soy lo que soy.
Tengo un ángel
enroscado en el pecho
dispuesto a volar
(página 66)
Empieza la ascensión, el aprendiz de brujo ha de hallar al guardián en el umbral y debe superarlo.
Es la hora de las bifurcaciones, el cruce de caminos, la toma de decisiones, donde debe renunciar para continuar, despojarse del exceso del equipaje. Esa renuncia la vemos en Sandra en su rechazo a los ritos. Cuando hallas la liga, ya no necesitas “re-ligare”:
saltar a través de los espejos
pasar al otro lado de las cosas
templar al mundo
con el cordón umbilical que aún nos une
(página 89)
Hacer las paces con la serpiente, la noche, la luna, los espectros, la locura en el mundo propio. Empuñar el Sueño, el candil, usar el caldero. Ver y ser:
el señor de los fuegos del mundo
incendiando la casa de las imágenes
El cual, dicho sea de paso es un maravilloso Vacana, un canto a Siva en rigor, milenario como el silencio de donde viene la autora, el iniciado, la luz y la sombra.
Casi al final llega el punto crítico donde Saturno y el Sol se pelean por el iniciado y no es hasta que Zeus neutralice a Cronos que no se podrá regresar de vuelta a casa.
Dato:Recoge tres sellos y en la cuenta regresiva y resumen hallarás el resumen del Cosmos:
IV. Día
III. Noche
II. Árbol y Raíz.
I.. Bruja y Serpiente
Sólo así vendrá el trueno a iluminar la oscuridad, sin árbol ni serpiente, sin la raíz ni la bruja, Boanerges será un nonato sempiterno, los días y las noches serán un purgatorio eterno.
Como buena poeta, Sandra nos dice de dónde viene, tú querido lector, dirás entonces a dónde irás, claro no sin antes leerte este libro.
Panamá, 13 de agosto de 2017
Edilberto González Trejos