SE INCENDIAN los ojos al ver
abajo, la noche. Sombra espléndida de la luz.
Todo es raíz encendida en el jardín de ámbar,
la oscuridad sin fondo y en lo alto las ramas
que se hunden sin fin en la madrugada.
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HILANDERAEs necesario tejer un poco cada día.
A pesar del ala ancha de tu sombrero, el sol ha quemado tu
rostro, espigadora.
Yérguete.
Ya es el crepúsculo y las esporas y el polvo destellan al sol
que cae.
Siéntate bajo aquellos árboles y teje el hilo dorado de tu
crisálida.
Desaparece.
Te ha envuelto el silencio.
Desaparece en tu tapiz
en tanto tejes.
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Es primavera y la hiedra blancacubre el hollín de las altísimas paredes.
Arriba está el cielo.
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Septiembre,nubes densas se ciernen
sobre mi tumba.
Otra vez sonará el invierno,
el arrastrarse interminable
de seres ciegos hacia el sol.
Jadeos y gruñidos.
La muerte tañe el ciclo.
Están los cipreses enfermos.
Se me hace largo este paseo.
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De Raíz encendida (2104)